Tras la invasión de Rusia a Ucrania, la Aramco argelina se refuerza como alternativa de los países europeos más expuestos a los hidrocarburos rusos. Italia ya ha pedido más gas y España se ve como posible vía de paso de más gas argelino al centro de Europa.

La autosuficiencia energética de Europa o, al menos, la independencia de los hidrocarburos rusos, es vista por algunos como una necesidad casi imperiosa en las últimas semanas. Sin embargo, el contexto europeo hace diez años era distinto, como se desprende de la investigación de Francis Ghilès publicada por el think tank CIDOB en febrero de 2013. «La disminución de las necesidades europeas de gas y el amplio margen de maniobra de los dos gasoductos que llevan el gas argelino a España, uno directamente y otro a la Península Ibérica a través de Marruecos, hacen pensar que no es necesario en la actualidad un nuevo gasoducto que una Argelia con Europa».

Para los españoles, menos expuestos al gas ruso, quizá aún sea innecesario -aunque la tubería que atraviesa Marruecos está cerrada-; y, además, en 2020, EEUU desbancó a Argelia como primer proveedor de gas natural a España por primera vez en 30 años, según publicó la revista Atalayar, citando datos de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores).

En Italia, en cambio, la materia prima rusa pesa más en el mix energético. En 2021, Rusia fue el primer proveedor de gas del país con 28.200 millones de metros cúbicos; Argelia fue el segundo (21.200 millones) y Catar, el tercero (7.280 millones), informa La Repubblica.

De ahí que, a principios de marzo, en plena escalada de los precios del gas, Luigi di Maio, ministro de Exteriores, se desplazase hasta Argel para encontrarse con su homólogo magrebí y pedirle que enviase más gas a Italia a través del gasoducto TransMed-Enrico Mattei, que cruza el Canal de Sicilia, recorre Italia y se extiende a Eslovenia. ¿La respuesta? «Estamos listos para inyectar hasta 30.000 millones de metros cúbicos de gas a Italia», aseguró hace unos días Abdelkrim Touahria, embajador argelino en Roma, a La Repubblica.

Sonatrach ha anunciado que invertirá 40.000 millones de dólares entre 2022 y 2026 en la exploración y la extracción de gas y petróleo

¿Y quién está al mando del gas argelino? Pues la Sociedad nacional para la investigación, la producción, el transporte, la transformación y la comercialización de los hidrocarburos. Para abreviar: Sonatrach. La empresa estatal argelina de gas y petróleo se creó el 31 de diciembre de 1963 durante la presidencia de Ahmed Ben Bella, en un contexto muy particular: Argelia había logrado la independencia de Francia en 1962 tras una guerra muy dolorosa y el país se codeaba con los llamados países no alineados. En aquel momento, la incipiente compañía se inspiró en otros modelos similares, como el de Petróleos Mexicanos (Pemex) y la iraní Nioc.

A la cabeza estaba Belaïd Abdesselam, primer presidente-consejero delegado de Sonatrach, quien a sus 35 años gozaba de la confianza absoluta de Ben Bella. Más tarde llegó incluso a ministro de Industria y Energía. Los argelinos querían ser dueños de sus reservas de hidrocarburos, pero para ello hubieron de llegar a un entendimiento con Francia, la hasta hacía poco potencia colonial, que aceptó renegociar el capítulo del petróleo de los acuerdos de Evian.

La independencia trajo consigo un periodo largo de inestabilidad política y el coronel Houari Boumediene dio un golpe de Estado con el que destituyó a Ben Bella el 19 de junio de 1965. «Heredó el nuevo acuerdo argelino-francés que regula las cuestiones ‘relativas a los hidrocarburos y al desarrollo industrial de Argelia’, negociado durante el periodo de Ben Bella y firmado el 29 de julio de 1965, cuarenta días después del golpe», cuenta el ingeniero y exvicepresidente de Sonatrach Hocine Maltien su libro Histoire secrète du pétrole algèrien (historia secreta del petróleo argelino).

«Incluía una importante novedad, la de la función de operador que se encomendaría a Sonatrach en determinadas parcelas de la asociación que Argelia y Francia iban a formar con vistas a la exploración de los hidrocarburos argelinos», señala el autor.

En la práctica, había dos operadores: Sonatrach y Sopefal (la sociedad francesa de petróleo en Argelia), filial del grupo galo Erap que se convirtió en Elf-Erap en 1967. Según relata Malti, los franceses quemaban el gas que estaba mezclado con el petróleo porque para ellos «no había un mercado real para el gas en el mundo» y tenía un «valor cero».

Para los argelinos esto era un «despilfarro intolerable, incluso un expolio de un recurso no renovable». Así que acabaron acordando que los operadores debían venderle al Estado argelino «las cantidades de gas que desearan adquirir para su comercialización dentro del país o en el extranjero».

¿Podrá aprovechar Sonatrach la demanda de gas desde Europa tras la caída en desgracia de Rusia? «El país tiene grandes problemas en relación con el aumento de la oferta en el contexto de la creciente demanda interna«, contaba Jonathan Stern, investigador de Oxford, a S&P Global.

«El inestable país sigue asolado por las mortíferas protestas ciudadanas, las huelgas de trabajadores y los escándalos de corrupción que afectan a la empresa energética estatal Sonatrach, que podrían poner en peligro su producción de petróleo y gas», añadían desde la consultora estadounidense. Los argelinos, en cambio, se ven capaces; y según Toufik Hakkar, actual director general de Sonatrach, la empresa invertirá 40.000 millones de dólares entre 2022 y 2026 para seguir enviando al mundo sus preciados recursos.

Fuente: eleconomista.com. Autor: Xavier Martínez-Galiana